Trile
Ya todo es un mercadillo, baratillo o rastrillo. Como vendedores ambulantes, los representantes del pueblo llano acuden de tiempo en tiempo a sus tenderetes parlamentarios. En momentos de crisis no se puede descuidar el puesto -que tanto costó conseguir-por espacio demasiado largo. Montan sus tinglados y ofrecen sus rebajadas mercancías como si de pimientos, naranjas o calzoncillos se tratasen. A todo le ponen precio, subiéndolo o bajándolo según esté el parquet. Hoy toca subasta, es el día álgido del mercado: cuanto me pagas si te cedo, que no te doy, mi voto?. Los trileros llegados de todos los puntos cardinales patrios ocupan sus puestecillos y sin tan siquiera pensárselo, comienzan a ofertar sus apoyos con la esperanza de obtener el sustento que les permita vagar durante algunos meses más por los intrincados caminos de su penosa vida política. No todos consiguen vender sus defectuosas y pasadas de fechas mercancías, pero –como dicen- lo importantes es to follow in the market, agarrar bien la silla, aún a sabiendas de que solo unos pocos, muy pocos diría yo, son los que tienen esos palos blancos que distraen al personal mientras que el artista de turno trila que te trila a los pocos presentes y a los millones de ausentes. Todos se han convertido en prestiditapolíticos: tres cubiletes, una bolita, mucho cuento y el timo es un hecho. Pocos, pero artistas ellos! Muchos, pero bobalicones nosotros!
Artolus
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